Vivir significa estar limitado, los límites forman parte de la vida. Nuestro propio cuerpo está protegido del exterior por la piel.
Uno de los aspectos más importantes en la educación que se recibe en la infancia es la de los límites. La sola palabra con frecuencia nos produce molestia, y es que parecería que va en contra totalmente de un gran valor que todos amamos y deseamos tener: la libertad.
Pero lo que debemos entender es que el límite nada tiene que ver con la «limitación» que se podría entender como una carencia de… sino con el desarrollo de conductas seguras, con la prevención y con la protección.
Pero muchos de nosotros no sabemos poner límites, ni como padres, ni como educadores, familiares o amigos o a las personas que nos dan algún servicio, ni tampoco respetarlos.
Hoy en día muchas familias, encuentran dificultades a la hora de reconocer su importancia. Sobretodo si venimos de un ambiente con exceso de ellos y donde no se tenia en cuenta nuestras necesidades como niños y niñas.
Los límites nos ayudan a reconocernos como seres individuales y a su vez a ser conscientes del entorno en el que vivimos.
Durante el desarrollo infantil los niños y niñas necesitan los límites, les ayudan a situarse, a reconocerse. Sirven de base para estructurar la consciencia personal, nuestro yo, como individuo y la de los otros/as.
Lo importante es saber que para poner un límite, no se necesita de la violencia, agresividad, imposición o prepotencia, porque ponerlos así los debilita. En cambio cuando los límites se establecen con respeto e igualdad, se conservan y comprenden.
Al establecer límites, se aprenden y desarrollan valores como el respeto, la confianza, el orden…En todas partes están establecidos límites que se relacionan con la convivencia, la seguridad, la comunicación, la igualdad.
Para ello, se debe tomar en cuenta que:
- Los límites deben establecerse de acuerdo a la edad, el desarrollo individual y las capacidades de cada uno.
- No se puede utilizar el castigo para poner límites, debemos hablar sobre las posibles consecuencias de los actos realizados. Por ejemplo: “cuando acabes de utilizar este material hay volverlo a colocar en su lugar, para que lo pueda utilizar quien lo necesite.” … “Si necesitas tirar cosas al suelo puedes utilizar la pelota, el cojín, el muñeco, pero el vaso de cristal no, se puede romper.”De esta forma se irán haciendo responsables por resolver el daño o molestia, o simplemente por conservar el orden.
- No se debe usar la fuerza física nunca, aunque muchos consideran que “un cachete puesto a tiempo, es bueno», los golpes hacen que se falte al respeto, y cuando éste se pierde, ya nada funciona. La violencia física, emocional o psicológica afecta a la seguridad personal, fomenta el abuso por edad o fuerza y no ayuda a madurar y a desarrollar una adecuada autoestima.
- Dejar de hablar por haber cometido algún error tampoco es la solución, esto lo único que fomenta es el desamor y agranda las distancias entre personas.
Por el contrario hablar a tiempo, con respeto y analizando las consecuencias hará que se comprenda el porqué del límite puesto, y quitarles el afecto o atención, complica la relación y no soluciona nada. Dejar de hablar a alguien por algo, es como un «berrinche» sin importar la edad y una actitud de no querer solucionar el problema. La comunicación es la mejor forma de solucionar conflictos e irlos resolviendo uno a uno.
- Cuando queramos poner limites a los niños/as pongamonos a su altura.
Al estar a la altura de sus ojos, evitamos que desarrolle o se sienta obligado a una actitud de sumisión, que muchas veces va en perjuicio de su autoestima y no ayuda en nada a la construcción de una relación basada en la confianza y el afecto.
Al hablarle a su nivel, verá la seriedad de lo sucedido en nuestra mirada y le dará la debida importancia. Si es para explicarle por qué debe o no debe hacer algo, lo verá en nuestros gestos, lo apreciará en nuestro tono de voz y entonces se interesará por entender las razones que le damos.
El contacto puede facilitar la comunicación, podemos colocar una mano en el pecho, en el hombro o tocarle la mano cuando nos dirigimos a él siempre y cuando el niño/a quiera. Hay veces que necesitan espacio, los adultos tenemos que dárselo, estando disponibles para cuando nos necesite.
Finalmente, al acostumbrarnos a desarrollar esta actitud con los hijos, permitiremos que ellos a su vez aprendan a respetar y considerar a los demás como iguales.
- Por ningún motivo se debe ridiculizar, humillar o burlar.
- No pongas reglas o límites según tu estado de ánimo, «hoy te dejo y mañana no», es algo que debe manejarse con mucho cuidado y con justificación y no porque lo digo yo, o porque quiero. Tampoco es positivo que a unos sí se les deje y a otros no, si no hay justificación adecuada. Marcar una diferencia entre hermanos, alumnos o hijos, dejará marcada la relación futura entre ellos mismos y el resentimiento será mayor hacia los que hacen la diferencia.
- No impongas los límites bajo amenaza, con malas palabras o con prepotencia, es decir utilizando el nivel de autoridad que tienes ante la persona, para presionar a que se haga lo que tú quieres.
- La congruencia entre lo que se dice y pide que se haga es muy importante.
No puedes exigir a nadie que «deje de fumar, si tu fumas» o que «no tire basura, o diga malas palabras, si tú lo haces».Se enseña más con el ejemplo que con palabras.
- No mentir, «las mentirijillas piadosas» no existen y desafortunadamente los adultos hacemos esto con mucha frecuencia, justificando que somos adultos, como si por serlo tuviéramos ya el derecho de mentir: «dile que no estoy”…
- Hay que ser firmes en lo que decimos y hacemos, la firmeza es mandar un mensaje inequívoco, de que el límite no se mueve.
- Los límites no deben favorecer el miedo y la culpa, sino la responsabilidad de las consecuencias de los actos personales.
- Por otro lado hay que tener en cuenta que muchas veces los niños necesitan sobrepasar los limites para interiorizarlos, es decir necesitan experimentar esos limites para comprenderlos. Esto es algo que los adultos no debemos olvidar.
A través de la defensa de sus cosas, de las negativas frente al otro, del deseo de agredir y de dominar, esta manifestando su deseo de autonomía. Es un momento que requiere una actitud de escucha por parte del adulto.
Esto refleja una necesidad de independencia frente al adulto y surge cuando posee la “consciencia del yo”,una imagen positiva que le va favoreciendo el desarrollo sensoriomotor a través de las exploraciones de sus posibilidades, limites de su cuerpo, relaciones con el objeto y los otros niños.
En ocasiones los niños/as necesitan rebelarse, y es el adulto el que deberá devolver una imagen en la que el niño se de cuenta de lo que ha ocurrido. Tendrá que ir aceptando que existen limites que hay que respetar.
Los sentimientos están “a flor de piel” y la emoción puede mas que la razón. Necesita afirmarse a si mismo pero también necesita pautas que le vayan devolviendo las consecuencias de las acciones.
No debemos olvidar que los límites a veces se pierden ante diversas situaciones como pueden ser: la separación de los padres, la muerte de alguno de ellos, el cambio de residencia, de escuela o de país, y se deben adoptar nuevos, dependiendo del entorno o de quienes se hagan cargo de los niños y niñas. Si bien los límites deben ser universales y basarse en los derechos humanos, a veces se pueden manejar con cierta flexibilidad.
Rebeca Wild nos recuerda que “El amor es omnipresente allí donde hay vida. Actúa en el interior y en el exterior, lo penetra todo, lo une todo, irradia, lo calienta y lo sustenta todo. Pero el respeto impide que se abuse del amor para poseer, controlar y manipular. El respeto significa no barrenar ni desviar las percepciones, las valoraciones y los procesos de decisión del legitimo otro, no perforar membranas del otro, no perturbar su interacción desde dentro hacia afuera ni sus procesos de desarrollo…” “… El respeto a los procesos vitales se convierte en la base de nuestro amor por el niño.”
Lo ideal sería que los limites se conservaran para dar seguridad, estructura y rigor interno, pero sabemos que esto no es siempre así. En todo caso, la congruencia, el respeto y la justificación de los cambios deben tomar en cuenta el estado emocional y de desarrollo infantil.
Los límites en la familia nos acercan a la libertad, la libertad basada en el respeto de la libertad de todos/as los seres de un ecosistema o comunidad. Conforme vamos creciendo los límites siguen formando parte de nuestra vida, poco a poco gracias a ellos, seremos capaces de reconocer los nuestros propios y gracias a ellos/as, aquellos aspectos que podemos mejorar….
La duda sobre cómo poner y a qué poner límites, es el reto mayor de los padres, maestros y otras personas que ejercen autoridad. Quizá se puedan contestar a estas preguntas para lograrlo:
¿Cómo ayuda determinado límite al desarrollo, bienestar y seguridad al niño o niña?
La consecuencia de que no respete el límite ¿a qué puede llevarlo/a?
Ana Remacha. VeoBio, lo natural es jugar.
Fuentes:
Centro de formación Psicopraxis.
«Libertad y limites, amor y respeto» Rebeca Wild
Bertha Sola
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